Rebelion en tuenti

24 03 2009

Sara es una joven usuaria de la red social Tuenti. Al percatarse de algunas clausulas sobre la privacidad de los contenidos que se suben, se indignó y convocó una huelga de usuarios. La convocatoria ha sumado adeptos por miles, mostrando el camino (al igual que sucedió hace escasas fechas en Facebook), para preservar los derechos de los clientes, en un ejemplo que sirve para cualquier otra situación y cualquier otra empresa.

Además de esta conclusión, a partir del caso de Sara y de otros jóvenes usuarios de Internet y de las redes sociales, a través de un pequeño trabajo (con una muestra muy reducida pero que que clarifica se han sacado otras conclusiones sobre la juventud, sus costumbres en Internet, quedando una serie de mitos , que normalmente los suscriben padres, madres y gente adulta). La mayor conclusión: que los adultos no saben por donde les da el aire…

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Deshaciendo mitos

«El grupo no tarda en deshacernos algunos mitos sobre el comportamiento de su generación con las redes sociales. El primero —a la vista está— que nadie se lee las retorcidas condiciones de uso de las páginas web. El segundo mito, que les da igual las leyes que rigen los países virtuales en los que pasan una buena parte del día: «no hay que dejar que las compañías hagan lo que quieran», afirma Sara. En este tipo de política, no hay partidos ni sindicatos, sino empresas y consumidores.

Tercer mito que cae: el de que todos los jóvenes están en Tuenti subiendo fotos como locos. El grupo cuenta que cada uno de ellos tiene amigos —quizá los más concienciados también en otros ámbitos— que se han negado a entrar en la red social porque han leído las condiciones de uso y no están de acuerdo, o porque prefieren proteger su intimidad. Que han decidido conscientemente no entrar en Tuenti e incluso han hecho campaña en contra de su uso entre sus iguales.

Tampoco es cierto el cuarto mito, que afirma que no son conscientes de su privacidad. Confían en los filtros que la compañía proporciona, y les preocupa que alguien se los pueda saltar. Sus fotos y sus mensajes son para sus amigos. Lo importante y privado se trata aparte, en el messenger. A Esther, que ha seguido el caso de Marta del Castillo, le horroriza el saqueo del Tuenti de la chica por medios ávidos de imágenes frescas.

El quinto tópico es el que afirma que están indefensos ante acosos externos y que usan la red social para ligar con desconocidos. Su generación lidia con decenas de mensajes al día y cientos de personas, y a aprendido a seleccionar. No les interesan los desconocidos, sino los amigos que ya tienen. Clara cuenta que ni lee los mensajes de desconocidos y Sara pasa olímpicamente de las decenas de mensajes (la mayoría nada halagüeños) recibidos tras lanzar la huelga. Además, en su Tuenti no tiene a nadie que no conozca en persona. Esther mantiene algún «contacto» por puro negocio: para comprar broches hechos a mano, por ejemplo. Pero un desconocido, o un amigo de un amigo de un amigo, tiene todas las posibilidades del mundo de ser ignorado. Tampoco les gustan los «coleccionistas de amigos».

Pero lo que no es un tópico es que los padres no se enteran de nada. Los de Sara no tienen ni idea de la que ha montado su hija en internet.»